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Los ayuntamientos han aprobado ordenanzas que obligan a los edificios a pasar periódicamente una inspección de carácter técnico que denominamos ITE.

Los arquitectos que son los encargados de realizar este trabajo, no deben de ajustarse a ningún protocolo oficial obligatorio al realizar la inspección técnica de un edificio.

A la hora de peritar un edificio, existirán una serie de indicios que servirán a los peritos a determinar unas conclusiones justas acerca del estado del mismo.

La gran mayoría de los edificios urbanos objeto de la ITE responden al régimen de propiedad horizontal. En todos ellos, el arquitecto contratado para realizar la inspección técnica del edificio, se va a encontrar con dos tipos distintos de dependencias: las zonas comunes y las zonas privativas.

El primer dato que debe de tener cuenta  el arquitecto para ir formando su opinión sobre el estado de conservación de un edificio, parte de la simple observación del aspecto que presentan sus zonas comunes.

Las deficiencias constructivas ubicadas en las zonas comunes se manifiestan de modo más evidente que las situadas en los elementos privativos del mismo edificio.

Las zonas comunes le proporcionan al técnico inspector más datos sobre el estado de conservación, que las zonas privativas, ya que en muchos casos los propietarios han ocultado cualquier signo evidente de lesiones constructivas o han subsanado a su costa, ciertos pequeños.

Las zonas comunes responden siempre a la vieja máxima que asevera que lo que es de todos, al final no es de nadie.

Es por ello que la inspección de los elementos comunes es determinante para formar la opinión del técnico inspector en el proceso para obtener la conclusión de favorabilidad o desfavorabilidad en el acta de inspección de la ITE.

El estado de conservación de determinadas zonas comunes de un edificio también responde a otra regla bastante común: el estado de conservación de las dependencias comunes es inversamente proporcional al grado de utilización de la dependencia en cuestión

Se recomienda la obligación de inspeccionar con detalle determinadas zonas comunes del edificio como el lugar donde se ubicó una antigua caldera o el depósito en desuso donde se almacenaban el carbón o las astillas para una anticuada instalación de calefacción

En definitiva, cuánto menos utilizada sea una zona común, más autentica será la información que te proporcione sobre el estado de conservación del edificio.

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